miƩrcoles, 27 de julio de 2011

MI MUJER, MI HERMANO Y YO

Hola a todos y todas pues veo que participan muchas chicas lo cual me parece estupendo.
Dicho esto me presento.
Me llamo JosƩ estoy casado y tengo 50 aƱos. Las otras dos personas que participan en esta historia que les voy a contar son mi mujer, que actualmente tiene 45 aƱos y mi hermano que tiene 44.
¿Como empezo todo esto? Es largo de contar y con varias situaciones de por medio, pero tratare de ser lo mas escueto posible.
Nos casamos hace 25 aƱos, para poder ahorrar un poco al principio nos quedamos a vivir durante un tiempo en casa de mi suegro. Pasados unos aƱos nos buscamos un piso aquĆ­ en Barcelona, mi hermano vive en Hospitalet y es el Ćŗnico familiar directo que tenia cerca. Con el siempre he mantenido una buena relacion y el hecho de ahora estar cerca el uno del otro nos hizo estar aun mas unidos. Desde que cogimos nuestra propia vivienda el venia a casa todos los fines de semana. En varias ocasiones que el nos visitaba pude ver como le comĆ­a el culo a mi mujer con la mirada, cosa que empezo a causarme gran
excitacion pues aunque mi mujer y yo siempre hemos funcionado muy bien en la cama y la quiero con locura, desde hacia un tiempo siempre me rondaba por la cabeza la idea de verla con otro hombre y el hecho de saber que ese podria ser mi hermano por como la miraba y la deseaba me daba aun mas morbo. AsĆ­ pasaron varios aƱos, me la imaginaba en la cama con otros y me causaba mucho placer.. pero cuando me la imaginaba con el me producia una sensacion especial.. aparte de sentir una excitacion muy fuerte se unĆ­a el morbo de ser mi hermano ufff... Un dĆ­a me dije que esto no podĆ­a seguir asĆ­ y decidi que si me iba armar de valor y le iba a proponer a mi mujer follar con otro hombre ese seria mi hermano. ¿Pero como lo haria?
Al sĆ”bado siguiente decidi salir a tomar unas copas, no fueron muchas, pero como yo no estoy acostumbrado a beber cuando llegue a casa estaba bastante alegre. PensĆ© que era el mejor momento para contarle mis pensamientos.. mi corazĆ³n empezĆ³ a latir aceleradamente y se lo solte asi de sopeton que queria verla con otro hombre en la cama. Como era de esperar tuvo una reacion fuerte, mis nervios me traicionaron y quizas debi hacerlo de una manera mas suave. Me dijo que ella solo me queria a mi, que nunca hubiera pensado en traicionarme y meter otro hombre en nuestra cama. Yo le dije que tenia confianza ciega en ella y que para dar este paso uno tiene que estar muy seguro de su mujer y tenerle mucha confianza. Lo peor ya habia pasado y a partir de ahora era cuestiĆ³n de tiempo convencerla. Cuatro o cinco dĆ­as y despues de esforzarme al mĆ”ximo ella me dijo al fin lo que yo llevaba tanto tiempo queriendo escuchar.. iba a cumplir mi fantasia de verla follar con otro hombre. Me dijo que lo hacia por mi, porque me queria pero que no estaba dispuesta a meterse en la cama con cualquiera. Yo le dije que tampoco tenia esa intencion y que ya habia pensado en alguien, en mi hermano. Ella se quedo parada, sorprendida por lo que acababa de decirle y cuando logro reaccionar me dijo que estaba loco, que como se me habia pasado por la cabeza. ¿Que mejor persona que el? le conteste.. Mi mujer me pregunto que si ya habia hablado con mi hermano de esto y yo le dije que no. ¿Y como que se te ocurrio pensar en tu propio hermano? ¿Que va a pensar de mi cuando se lo digas? Preguntaba asustada. Le dije que tardariamos una eternidad en encontrar una persona, que corriamos el riesgo de que esta al final no fuera la adecuada y que con el no habria problema en decirselo, que sabia que la deseaba porque le habia pillado en varias ocasiones clavandole los ojos en su culo y mirandole el escote. Como es obvio termino aceptando.
Trazamos un pequeƱo plan para el sĆ”bado, quedamos en vernos en casa como otras muchas veces, solo que esta seria distinto. Le dije a mi mujer que se pusiera algo sexy que tuviera bastante escote y que no fuera muy largo. Para cuando el llegara ella debia crear algunas situasiones provocativas como por ejemplo agacharse dandole el culo con la Ćŗnica intenciĆ³n de calentarlo. Estas y otras muchas cosas fueron pasando durante la noche. Cuando vi que ya era el momento le hice un gesto a mi mujer para que se sentara a mi lado. En un momento determinado puse el brazo sobre su hombro y le metĆ­ la mano por el escote tocĆ”ndole un poco las tetas. El estaba enfrente nuestro y no daba credito a lo que estaba viendo. Hacia como que miraba la tele pero giraba la vista continuamente y veiamos como su polla se empinaba dentro del pantalĆ³n. Yo pensĆ© que ya era el momento y sin pensarlo mucho mas le dije directamente que si querĆ­a follar con su cuƱada. El debido a la sorpresa se quedo sin saber lo que decir, pero la sonrisa y la mirada lasciva de su cuƱada termino por convencerle que no era un sueƱo lo que acababa de escuchar y a los cuantos minutos lo tenia al otro lado de mi mujer metiĆ©ndole mano . Eso es a grandes rasgos lo que paso, lo demĆ”s lo van a ir viendo en los vĆ­deos que vamos a ir publicando...

Quizas alguien nos ha visto en otra pagina pero con un seudĆ³nimo diferente al que utilizamos aqui. Hace poco conocĆ­ a Dario y su blog El Cornudo y decidĆ­ tambien colaborar en esta pagina. Subire algĆŗn vĆ­deo entre mi mujer y yo pero la mayorĆ­a serĆ”n entre ella y mi hermano pues al tratarse de una pagina de cornudos creo que es lo mas lĆ³gico.
Espero lo disfruten tanto o mas de lo que nosotros lo disfrutamos haciendolos para ustedes y que esta caliente y morbosa historia real tenga su premio en forma de buenos comentarios que nos animen a seguir aportanto a esta excitante pagina. Gracias



viernes, 8 de julio de 2011

MERCI PUTONA

Hola soy Merci de Argentina 44 aƱos.
Ya me conocen, soy tan puta que me gusta mostrarme en la web si es posible para contacto intimo.
Me encanata cojer con desconocidos
eMAIL; mercilayira@hotmail.com








miƩrcoles, 6 de julio de 2011

GISELLE INFIEL

Mujer muy sexual y muy puta.
Me encanta sentirme usada y me traten como una basura delante de mi esposo.
Te invito a mi blog;

http://giselleinfiel.blogspot.com

eMAIL; giselle_su@hotmail.com


“Cornudo por Buey” Mi mujer cogida por mi mejor enemigo….

(Ellos cogĆ­an, mientras creĆ­an que yo dormĆ­a…)

Eran gritos memorables, sĆ­, eran los gemidos de mi mujer… ¿Pero cĆ³mo era posible que gritara de esa manera…? Mi mujer, era su voz… y se escuchaba hasta la puerta de mi casa, donde yo acababa de llegar, el rechine de la cama… de mi cama… de la cama de mi esposa y yo, aquella que comprĆ© cuando nos casamos hace 10 aƱos.

SubĆ­ corriendo por las escaleras y me detuve en el umbral de mi recamara, la puerta estaba media abierta y los gritos se intensificaron aĆŗn mĆ”s. Lo que vi a continuaciĆ³n me dejĆ³ petrificado, casi a punto del colapso.

Mi mujer estaba a cuatro patas arriba de nuestra cama mirando hacia la ventana, yo pude ver el perfil de su rostro sudoroso, desnuda, sus pechos voluptuosos y redondos, con sus pezones largos y oscuros (producto de amamantar a nuestro hijo durante tres aƱos, ahora Ć©l tenĆ­a 4 aƱos y no me explicaba dĆ³nde estaba) se sacudĆ­an de adelante hacia atrĆ”s, su cabello pelirrojo lo habĆ­a sujetado en la nuca, y sus grandes caderas estaban siendo sujetadas por un par de manos largas…

Y Ć©l… Era IvĆ”n…. ¿¡CĆ³mo era posible!? Mi mejor amigo se estaba cogiendo sin ningĆŗn tapujo a mi mujer… el tipo al que conocĆ­a desde que Ć©ramos niƱos… el que me habĆ­a bajado a todas mis novias, el que siempre de niƱo me humillaba y se burlaba de mĆ­ por ser de menor estatura que Ć©l y un poco mĆ”s rellenito… pero que aĆŗn asĆ­ se decĆ­a ser mi mejor amigo… ¡El que ahora se cogĆ­a a mi mujer!

¡Se estaba cogiendo a mi mujer…! Una hermosa mujer de tez blanca, un poco rellenita, pero resaltĆ”ndole sus enormes senos y unas nalgas de triunfo.

Ella tenĆ­a 33 aƱos, y mi amigo y yo tenĆ­amos 35…

IvĆ”n (mujeriego, pero sin ningĆŗn compromiso) era alto, de tez morena pero bien dotado… y al referirme dotado, me refiero a todo, era instructor en un gimnasio, y su cuerpo era grande, con pectorales anchos como sus brazos, y yo a su lado parecĆ­a un pobre lagartijo. Era apuesto, claro, y mi mujer, mi bella pelirroja era preciosa tambiĆ©n, sobre todo cuando su mirada coqueta, mostrando sus ojos color miel se posaba en cualquier sujeto.

Los veintiĆŗn centĆ­metros de arma de IvĆ”n (el alguna vez, cuando me confesĆ³ que se habĆ­a cogido a mi Ćŗltima novia, antes de mi mujer, me dijo que su verga le medĆ­a 21 cm) se clavaban en la concha de Sandra con una rapidez inimaginable… ninguno de los dos se percatĆ³ de mi presencia, estaban ardiendo en pasiĆ³n. Ni si quiera me miraron cuando IvĆ”n volteĆ³ a Sandra y la colocĆ³ de manera (misionera) y ambos comenzaron a besarse como un par de reciĆ©n casados…

¿QuĆ© diablos era toda esa escena? ¿Por quĆ© no los descubrĆ­a y despotricaba contra ellos? ¿Por quĆ© esa fiebre que de pronto entrĆ³ en mi pecho mientras ambos follaban salvajemente, no tenĆ­a nada que ver con coraje, sino con excitaciĆ³n? ¿Por quĆ© de pronto mi pene se me puso duro?

RetrocedĆ­ en lugar de entrar, y me escondĆ­ detrĆ”s de la puerta… repentinamente con mi pene erecto, mientras yo me lo acariciaba por arriba del pantalĆ³n.

­­­­­­­—Dame mĆ”s, papi, dame mĆ”s… ahhhhhh… siiii, papi, cĆ³geme, cĆ³geme—gritaba mi mujer sin inhibiciĆ³n.

—¡PĆ­demelo mĆ”s, putita… suplĆ­came que te siga bombeando, que te siga clavando mi pistola… perrita. ahhhh!

Las cogidas fueron aĆŗn mĆ”s fuertes. Ambos comenzaron a gritar de placer y la cama rechinaba aĆŗn con mĆ”s fuerza, y pese lo humillado que me sentĆ­a, a la vez no podĆ­a dejar de sentirme excitado.

—¿DĆ³nde quieres mi leche caliente? —le preguntĆ³ IvĆ”n con voz casi ronca del placer—¿En tu cuevita?

—En mi boca, mi amor, sĆ”cate el condĆ³n y dĆ”melo en mi boca, no vaya a quedar embarazada y …

IvĆ”n soltĆ³ una carcajada.

—Tu maridito se pondrĆ­a contento si supiera que tendrĆ­a otro hijo…jajajaj, claro, que Ć©ste sĆ­ llevarĆ­a mi sello.

Sandra riĆ³ tambiĆ©n entre un par de gemidos. IvĆ”n se sacĆ³ su enorme verga de la vagina de mi esposa y luego quitĆ”ndose el condĆ³n, Sandra se llevĆ³ la verga de su macho a la boca, saboreĆ”ndola con la punta de la lengua cual si fuera un helado, IvĆ”n parecĆ­a que explotarĆ­a, tomĆ³ a Sandra de la cabeza y la convirtiĆ³ en una sumisa mamadora.

—¡Dame tu leche papi, antes de que llegue Roberto!

—¡Jajajaja! No te preocupes por tu cabrĆ³n pelele, el muy imbĆ©cil debe de estar de limpia botas con su jefe… ya sabes, me contĆ³ que le pidiĆ³ un aumento, (que para cumplir tus caprichitos) y el jefe le dijo que si querĆ­a mĆ”s dinero, tenĆ­a que trabajar horas extras… apuesto a que el pendejo de mi “Amiguito” estarĆ” mĆ”s horas fuera de tu casa, mamacita, pero no te apures, que mientras Ć©l trabaja, yo te cojo… ahhhh!!!!

Un chorro de lĆ­quido espeso golpeĆ³ el rostro de mi mujer al tiempo que IvĆ”n pegaba un grito ahogado…

—¡ChĆŗpame el pito, puta, chĆŗpamelo! ¡aaaah! ¡MĆ”mameeee!

Desconcertado decidĆ­ bajar las escaleras y salir de mi casa… el aire fresco me golpeĆ³… y yo seguĆ­a caliente, huyendo de mi propia casa como si yo fuera un ladrĆ³n… aunque la palabra cobarde se me hacĆ­a mejor definiciĆ³n…

Estuve dando vueltas por la manzana por diez minutos, hasta que sin mĆ”s decidĆ­ volver a casa. Cuando entrĆ©, IvĆ”n estaba sentado en la sala vestido, y mi mujer reciĆ©n llegaba de la cocina con un vaso de refresco. Llevaba puesto un pantalĆ³n de mezclilla y una blusa blanca muy ajustada. Cuando me vieron entrar ambos se miraron con complicidad y luego observĆ”ndome sonrieron, Sandra asustada, pero IvĆ”n en tono burlĆ³n.

—Hola, mi amor, hola IvĆ”n—dije por fin.

Sandra se acercĆ³ a mĆ­ y me besĆ³ fugazmente, mientras IvĆ”n reĆ­a en lo bajo.

—No sabĆ­a que estabas aquĆ­—mentĆ­ dirigiĆ©ndome a mi “amigo”

—SĆ­, pues la verdad es que vine a intentar arreglar un programa en la computadora de Sandra, ya sabes ¿no?

Era cĆ­nico. En mis narices evaluĆ³ a mi mujer de arriba a bajo, como si la volviera a desear. Yo fingĆ­ no darme cuenta.

—SĆ­, claro. Eh, y ¿Beto? —preguntĆ©.

—IvĆ”n lo llevĆ³ a casa de su hermana, ya vez que el sobrino de IvĆ”n es muy amiguito de Beto—respondiĆ³ mi mujer tartamudeando.

Sandra se comportĆ³ como si nada hubiera pasado.

IvĆ”n se despidiĆ³ estrechĆ”ndome su mano y luego me dijo…

—¿Sabes? TodavĆ­a falta que le “meta” algo mĆ”s al aparato de tĆŗ mujer, ¿verdad Sandra?

Mi mujer habĆ­a empalidecido mientras IvĆ”n volvĆ­a a reĆ­r con ironĆ­a…

—Espero no te moleste, mi buen Roberto.

—Claro que no—le dije finalmente sintiendo un dolor de estĆ³mago—, esta es tu casa y puedes venir cuantas veces quieras. MĆ©tele lo que haga falta—dije mirando a mi mujer, en tono frĆ­o mientras yo me sentĆ­a calentar por dentro.

IvĆ”n riĆ³ de nuevo.

—Claro. TĆŗ despreocĆŗpate. Sandra nunca se ha quejado—y esta vez se carcajeĆ³—, al contrario, entre mĆ”s le meto y le meto y le recontra meto (programas) —aclarĆ³ con cinismo, como si yo no supiera a lo que Ć©l se referĆ­a—, ella con mucha mĆ”s alegrĆ­a grita…. DiciĆ©ndome lo bien que lo hago.

—Debiste de ser informĆ”tico—dije con sarcasmo.

—SĆ­. claro—respondiĆ³ frunciendo el ceƱo—, me voy. Nos vemos luego, “Sandrita”

En ese instante me girĆ© rumbo al control remoto, total, ya me habĆ­a despedido, sin embargo, por el reflejo del televisor plasma, vi que a mi espalda IvĆ”n besaba a mi mujer con pasiĆ³n, y luego girĆ”ndose a mĆ­, me levantaba el tercer dedo de la mano derecha como diciĆ©ndome (donde te quepa, cornudo) y se fue.

Al anochecer, Sandra me ofreciĆ³ el tradicional licuado para dormir bien, y poder despertar perfecto, y la verdad es que funcionaba, todas las maƱanas me levantaba con mucha energĆ­a.

Cuando Sandra saliĆ³ a ver si nuestro hijo estaba durmiendo, no pude evitar ir al baƱo de la recamara y revisar el estante de la basura, allĆ­ deberĆ­a de haber una prueba… ¿Aunque para quĆ© me servirĆ­a si no iba a ser capaz de nada? En un testereo se me volteĆ³ el vaso con el liquido, al inodoro, y es que estaba tan nervioso que ya no sabĆ­a quĆ© mas hacer. CorrĆ­ otra vez a la recamara y me acostĆ© dejando el vaso allĆ­, vacĆ­o.

—¿Ya te lo Bebiste amor? —me preguntĆ³ mi mujer con sorpresa, y luego me besĆ³ diciendo que me amaba, ya que Ćŗltimamente yo llegaba bastante cansado como para poder hacer el amor con ella…

Y ahora entendĆ­a porque a ella, ya no le importaba que le metiera mis 16 cm de pene.

No podĆ­a dormir, y para acabarla no me habĆ­a bebido el dichoso licuado para el sueƱo…. MaldiciĆ³n.

Sin embargo algo extraƱo me despertĆ³ de entre mi sueƱo…

Sandra se habĆ­a levantado de mi cama y se habĆ­a dirigido al baƱo… decidĆ­ no moverme, asĆ­ durĆ³ ella como diez minutos allĆ­ dentro, y yo fingĆ­ que dormĆ­a, hasta que por fin saliĆ³, y entre la oscuridad se acercĆ³ a mĆ­ (olĆ­a precioso) y me moviĆ³… yo no respondĆ­.

Entonces ella saliĆ³ de mi recamara y yo me decidĆ­ a salir detrĆ”s de ella…

¡TraĆ­a puesto un sexy babydoll color rojo! Lo distinguĆ­ entre la oscuridad y la escasa luz que se proyectaba en la cocina, me escondĆ­ arriba de la escalera, donde permanecĆ­a oscuro, ella jamĆ”s me lograrĆ­a ver, aunque yo a ella sĆ­…

Los tacones altos rojos tambiĆ©n me hicieron ver a una completa prostituta… sexy… hermosa….

Entonces ella fue corriendo hasta la puerta de mi casa y …

¡Ohhh! IvĆ”n llegĆ³…

En cuanto Ć©ste entrĆ³ y cerrĆ³ la puerta, ella se abalanzĆ³ a Ć©l y comenzaron a besarse mientras Ć©l le sobaba las nalgas, gimiendo y agasajĆ”ndose… como dos locos enamorados.

—¡Rico culo, mami! —dijo Ć©l.

—¿Te gusta papi? ‘¡es tuyo…! CĆ³melo.

Siguieron besĆ”ndose en el vestĆ­bulo mientras ella gemĆ­a…

—¡Estas buenĆ­sima! Aaaaah… ¿Y quĆ©? ¿No te dijo nada Roberto porque me encontrĆ³ en tu casa luego de haberte cogido?

Ella riĆ³.

—¡No! Y ni se imagina que su mejor amigo me coge todas las noches mientras Ć©l duerme, y en el dĆ­a, mientras Ć©l trabaja… ¡Y tĆŗ y yo nos divertimos juntos mi amor! ¡Te amo…!

—Siii, yo tambiĆ©n chiquita… ¡¿AsĆ­ que siguen funcionando las pastillas disolventes que siempre le damos para que duerma?!

Ambos se carcajearon.

Me sentĆ­ el mĆ”s imbĆ©cil del mundo… ¿ellos me dormĆ­an? ¿el licuado que Sandra me daba? ¿pero cĆ³mo era posible tanto descaro?

—Pues, ven , vamos a ver, no vaya hacer que se despierte—le sugiriĆ³ ella.

En ese instante me metĆ­ corriendo y fingĆ­ que dormĆ­a.

EscuchƩ que llegaban a la recamara mientras se acariciaban y se decƭan porquerƭa y media.

Escuchaba lengĆ¼etazos, mĆ”s gemidos, hasta que Sandra le susurrĆ³.

—Espera, mi amor, deja ver que Roberto duerma…

Pero al parecer a IvĆ”n poco le importaba la sugerencia de Sandra, porque siguieron los gemidos, y yo por un momento tuve ganas de abrir los ojos, aunque finalmente me contuve, de pronto ella se acercaba a mĆ­., me hablĆ³ y me sacudiĆ³, pero yo seguĆ­ intacto.

IvĆ”n se carcajeĆ³.

—¡Pobre pendejo! —dijo Ć©l.

—A veces me da lastima—dijo Sandra, casi al mismo tiempo que pestaƱeando, vi que ambos se besaban otra vez…

—¿Lastima? —dijo IvĆ”n acariciĆ”ndole las nalgas mientras se las apachurraba y bramaba—¿Por esa cosa que estĆ” en tu cama? Jajajaja. A poco no te da morbo ser mi amante… que tĆŗ le seas infiel a este puto cornudo…

Ya sabes, Ć©l nos mantiene a los dos, simplificando todo, por eso no te has divorciado de Ć©l y te has venido conmigo, vamos chiquita, no seas miedosa… asĆ­ disfrutamos siempre tĆŗ y yo…

—¿Y si alguna vez se entera? —dijo Sandra mientras IvĆ”n le metĆ­a el dedo por la vagina y ella emitĆ­a un gritillo.

La pequeƱa lamparita de noche me permitƭa observar con un poco de claridad. Ambos se acariciaban a un costado de mi cama.

—¡No se va a enterar! Es un buey cornudo, chiquita… y si asĆ­ fuera, pues no te preocupes, tu querido marido siempre me ha tenido miedo, Ć©l ya sabe que a todas sus novias las he cogido, y eso siempre me hizo sentir mĆ”s hombre… me encantaba humillarlo, y si Ć©l supiera lo cornudo que es, no me quedarĆ­a mĆ”s remedio que romperle la cara a golpes, hasta que acepte ser un pobre sumiso que acate nuestras ordenes… Ć©l pagarnos por cogernos tĆŗ y yo…

—¡Por eso me encantas, mi amor… ¡Me fascinas y me excitas cuando hablas asĆ­!

Algo raro sentĆ­a en mi pecho,,, no estaba molesto ni asustado, sino.,… excitado… ¿Por quĆ©?

Mientras se acariciaban Ć©l decĆ­a.

—¿Y sabes quĆ©? Soy capaz de ahorita despertarlo y decirle todo… serĆ­a mejor que fuera nuestro esclavo y nos tenga a los dos como reyes…

—¿Y que le dirĆ­as eh, traviesito?

—Pues empezarĆ­a por contarle que antes de tu boda con Ć©l, yo te abrĆ­ el hoyo primero, y que somos amantes desde que ambos eran novios… y que… mmm, todas nuestras cochinaditas que hemos hecho a su espalda, las veces que lo hemos emborrachado para coger en paz, las veces que yo he estado aquĆ­, y mientras Ć©l se baƱa tu y yo nos divertimos juntos…. o cuando lo tirĆ© “accidentalmente “de la moto—rompiĆ³ en carcajadas—, ¿te acuerdas? Tu marido se torciĆ³ la pierna, y mientras Ć©l gritaba de dolor en el hospital, tĆŗ gritabas como perra en celo de placer en esta cama mientras yo te metĆ­a mi pito, ¿verdad mami…?

—¡Eres perverso…!—lo apremiĆ³ ella mientras le sacaba la camisa y le chupaba el cuello y el abdomen…

—¡¿Dices que desde entonces le cuesta trabajo que se le pare su miseria de verga? ! —preguntĆ³ Ć©l.

—SĆ­— dijo ella gimiendo. IvĆ”n seguĆ­a jugando con su dedo dentro de la vagina de Sandra—, yo lo notĆ©… ya no son iguales sus erecciones… ¿estarĆ”s contento no, diablillo?

Ɖl se volviĆ³ a carcajear.

—Jajajaja. Me alegro, asĆ­ ya tienes una excusa mĆ”s para ponerle los cuernos… aunque de todos modos con esa pequeƱa cosa ¿quĆ© placer puede darte? ¿a que nunca sentiste con Ć©l lo mismo que conmigo? ¡Mi pito si te clava mi amor…! Y la de tu puto cornudo no sirve para nada, es un pinche perro…

Riendo burlƔndose de mƭ, y luego le dijo:

—O como hoy por ejemplo… ¿Le gustĆ³ la sopa de arroz? —rompiĆ³ en carcajadas IvĆ”n una vez mĆ”s— jajajaja ¿SabrĆ” que en todas las comidas que tĆŗ haces Ć©l traga de mis mecos y mis orines?

Jajajajaja.

Se desnudaron mientras mi pene casi reventaba de lo excitado que estaba…

—Mientras tanto cojamos rico… aquĆ­, junto a Ć©l, en la camita…

Cerraron la puerta y se lazaron contra la cama y cogieron como salvajes… y en cada envestida Ć©l gritaba…

—¡Puto, cornudo…! ¡Mira como me la hecho en tus narices perro de mierda!

Y ella…

—¡MĆ©temela! ¡Mas, mĆ”s cabronzote! MĆ©teme esa verga grande y jugosa… y Ć©chame tus mecos en mi concha… quiero un hijo tuyo, y que mi perro esposo lo mantenga como si fuera de Ć©l…

Gritos, gemidos, de vez en cuando sentĆ­a que IvĆ”n me golpeaba la cara con su verga mientras Sandra reĆ­a, luego sentĆ­ cĆ³mo me pusieron boca abajo e IvĆ”n colocaba a Sandra encima de mi espalda cogiendo como perros en celo arriba de mĆ­…

—¡QuĆ© pastillas tan mĆ”s efectivas! —gritĆ³ IvĆ”n entre sus embestidas—, ni modo… eres cornudo por buey…

Y se burlaron de mĆ­…

Cogieron por mucho rato, al parecer se baƱaron juntos y continuaron manteniendo relaciones sexuales allĆ­ en la tina del baƱo… se escuchaban sus jueguitos, gritos, chupeteos, palabras como “CĆ³geme” “Papi” “MĆ”ssss” “toma perrita” “ChĆŗpamela…” “Ahhh”

Esa noche fue la mĆ”s larga de mi vida, y a pesar de todo, la mĆ”s excitante…

No fue la Ćŗltima…