miƩrcoles, 6 de julio de 2011

GISELLE INFIEL

Mujer muy sexual y muy puta.
Me encanta sentirme usada y me traten como una basura delante de mi esposo.
Te invito a mi blog;

http://giselleinfiel.blogspot.com

eMAIL; giselle_su@hotmail.com


“Cornudo por Buey” Mi mujer cogida por mi mejor enemigo….

(Ellos cogĆ­an, mientras creĆ­an que yo dormĆ­a…)

Eran gritos memorables, sĆ­, eran los gemidos de mi mujer… ¿Pero cómo era posible que gritara de esa manera…? Mi mujer, era su voz… y se escuchaba hasta la puerta de mi casa, donde yo acababa de llegar, el rechine de la cama… de mi cama… de la cama de mi esposa y yo, aquella que comprĆ© cuando nos casamos hace 10 aƱos.

Subí corriendo por las escaleras y me detuve en el umbral de mi recamara, la puerta estaba media abierta y los gritos se intensificaron aún mÔs. Lo que vi a continuación me dejó petrificado, casi a punto del colapso.

Mi mujer estaba a cuatro patas arriba de nuestra cama mirando hacia la ventana, yo pude ver el perfil de su rostro sudoroso, desnuda, sus pechos voluptuosos y redondos, con sus pezones largos y oscuros (producto de amamantar a nuestro hijo durante tres aƱos, ahora Ć©l tenĆ­a 4 aƱos y no me explicaba dónde estaba) se sacudĆ­an de adelante hacia atrĆ”s, su cabello pelirrojo lo habĆ­a sujetado en la nuca, y sus grandes caderas estaban siendo sujetadas por un par de manos largas…

Y Ć©l… Era IvĆ”n…. ¿¡Cómo era posible!? Mi mejor amigo se estaba cogiendo sin ningĆŗn tapujo a mi mujer… el tipo al que conocĆ­a desde que Ć©ramos niƱos… el que me habĆ­a bajado a todas mis novias, el que siempre de niƱo me humillaba y se burlaba de mĆ­ por ser de menor estatura que Ć©l y un poco mĆ”s rellenito… pero que aĆŗn asĆ­ se decĆ­a ser mi mejor amigo… ¡El que ahora se cogĆ­a a mi mujer!

¡Se estaba cogiendo a mi mujer…! Una hermosa mujer de tez blanca, un poco rellenita, pero resaltĆ”ndole sus enormes senos y unas nalgas de triunfo.

Ella tenĆ­a 33 aƱos, y mi amigo y yo tenĆ­amos 35…

IvĆ”n (mujeriego, pero sin ningĆŗn compromiso) era alto, de tez morena pero bien dotado… y al referirme dotado, me refiero a todo, era instructor en un gimnasio, y su cuerpo era grande, con pectorales anchos como sus brazos, y yo a su lado parecĆ­a un pobre lagartijo. Era apuesto, claro, y mi mujer, mi bella pelirroja era preciosa tambiĆ©n, sobre todo cuando su mirada coqueta, mostrando sus ojos color miel se posaba en cualquier sujeto.

Los veintiĆŗn centĆ­metros de arma de IvĆ”n (el alguna vez, cuando me confesó que se habĆ­a cogido a mi Ćŗltima novia, antes de mi mujer, me dijo que su verga le medĆ­a 21 cm) se clavaban en la concha de Sandra con una rapidez inimaginable… ninguno de los dos se percató de mi presencia, estaban ardiendo en pasión. Ni si quiera me miraron cuando IvĆ”n volteó a Sandra y la colocó de manera (misionera) y ambos comenzaron a besarse como un par de reciĆ©n casados…

¿QuĆ© diablos era toda esa escena? ¿Por quĆ© no los descubrĆ­a y despotricaba contra ellos? ¿Por quĆ© esa fiebre que de pronto entró en mi pecho mientras ambos follaban salvajemente, no tenĆ­a nada que ver con coraje, sino con excitación? ¿Por quĆ© de pronto mi pene se me puso duro?

RetrocedĆ­ en lugar de entrar, y me escondĆ­ detrĆ”s de la puerta… repentinamente con mi pene erecto, mientras yo me lo acariciaba por arriba del pantalón.

­­­­­­­—Dame mĆ”s, papi, dame mĆ”s… ahhhhhh… siiii, papi, cógeme, cógeme—gritaba mi mujer sin inhibición.

—¡PĆ­demelo mĆ”s, putita… suplĆ­came que te siga bombeando, que te siga clavando mi pistola… perrita. ahhhh!

Las cogidas fueron aún mÔs fuertes. Ambos comenzaron a gritar de placer y la cama rechinaba aún con mÔs fuerza, y pese lo humillado que me sentía, a la vez no podía dejar de sentirme excitado.

—¿Dónde quieres mi leche caliente? —le preguntó IvĆ”n con voz casi ronca del placer—¿En tu cuevita?

—En mi boca, mi amor, sĆ”cate el condón y dĆ”melo en mi boca, no vaya a quedar embarazada y …

IvÔn soltó una carcajada.

—Tu maridito se pondrĆ­a contento si supiera que tendrĆ­a otro hijo…jajajaj, claro, que Ć©ste sĆ­ llevarĆ­a mi sello.

Sandra rió también entre un par de gemidos. IvÔn se sacó su enorme verga de la vagina de mi esposa y luego quitÔndose el condón, Sandra se llevó la verga de su macho a la boca, saboreÔndola con la punta de la lengua cual si fuera un helado, IvÔn parecía que explotaría, tomó a Sandra de la cabeza y la convirtió en una sumisa mamadora.

—¡Dame tu leche papi, antes de que llegue Roberto!

—¡Jajajaja! No te preocupes por tu cabrón pelele, el muy imbĆ©cil debe de estar de limpia botas con su jefe… ya sabes, me contó que le pidió un aumento, (que para cumplir tus caprichitos) y el jefe le dijo que si querĆ­a mĆ”s dinero, tenĆ­a que trabajar horas extras… apuesto a que el pendejo de mi “Amiguito” estarĆ” mĆ”s horas fuera de tu casa, mamacita, pero no te apures, que mientras Ć©l trabaja, yo te cojo… ahhhh!!!!

Un chorro de lĆ­quido espeso golpeó el rostro de mi mujer al tiempo que IvĆ”n pegaba un grito ahogado…

—¡ChĆŗpame el pito, puta, chĆŗpamelo! ¡aaaah! ¡MĆ”mameeee!

Desconcertado decidĆ­ bajar las escaleras y salir de mi casa… el aire fresco me golpeó… y yo seguĆ­a caliente, huyendo de mi propia casa como si yo fuera un ladrón… aunque la palabra cobarde se me hacĆ­a mejor definición…

Estuve dando vueltas por la manzana por diez minutos, hasta que sin mÔs decidí volver a casa. Cuando entré, IvÔn estaba sentado en la sala vestido, y mi mujer recién llegaba de la cocina con un vaso de refresco. Llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una blusa blanca muy ajustada. Cuando me vieron entrar ambos se miraron con complicidad y luego observÔndome sonrieron, Sandra asustada, pero IvÔn en tono burlón.

—Hola, mi amor, hola IvĆ”n—dije por fin.

Sandra se acercó a mí y me besó fugazmente, mientras IvÔn reía en lo bajo.

—No sabĆ­a que estabas aquĆ­—mentĆ­ dirigiĆ©ndome a mi “amigo”

—SĆ­, pues la verdad es que vine a intentar arreglar un programa en la computadora de Sandra, ya sabes ¿no?

Era cínico. En mis narices evaluó a mi mujer de arriba a bajo, como si la volviera a desear. Yo fingí no darme cuenta.

—SĆ­, claro. Eh, y ¿Beto? —preguntĆ©.

—IvĆ”n lo llevó a casa de su hermana, ya vez que el sobrino de IvĆ”n es muy amiguito de Beto—respondió mi mujer tartamudeando.

Sandra se comportó como si nada hubiera pasado.

IvĆ”n se despidió estrechĆ”ndome su mano y luego me dijo…

—¿Sabes? TodavĆ­a falta que le “meta” algo mĆ”s al aparato de tĆŗ mujer, ¿verdad Sandra?

Mi mujer habĆ­a empalidecido mientras IvĆ”n volvĆ­a a reĆ­r con ironĆ­a…

—Espero no te moleste, mi buen Roberto.

—Claro que no—le dije finalmente sintiendo un dolor de estómago—, esta es tu casa y puedes venir cuantas veces quieras. MĆ©tele lo que haga falta—dije mirando a mi mujer, en tono frĆ­o mientras yo me sentĆ­a calentar por dentro.

IvÔn rió de nuevo.

—Claro. TĆŗ despreocĆŗpate. Sandra nunca se ha quejado—y esta vez se carcajeó—, al contrario, entre mĆ”s le meto y le meto y le recontra meto (programas) —aclaró con cinismo, como si yo no supiera a lo que Ć©l se referĆ­a—, ella con mucha mĆ”s alegrĆ­a grita…. DiciĆ©ndome lo bien que lo hago.

—Debiste de ser informĆ”tico—dije con sarcasmo.

—SĆ­. claro—respondió frunciendo el ceƱo—, me voy. Nos vemos luego, “Sandrita”

En ese instante me giré rumbo al control remoto, total, ya me había despedido, sin embargo, por el reflejo del televisor plasma, vi que a mi espalda IvÔn besaba a mi mujer con pasión, y luego girÔndose a mí, me levantaba el tercer dedo de la mano derecha como diciéndome (donde te quepa, cornudo) y se fue.

Al anochecer, Sandra me ofreció el tradicional licuado para dormir bien, y poder despertar perfecto, y la verdad es que funcionaba, todas las mañanas me levantaba con mucha energía.

Cuando Sandra salió a ver si nuestro hijo estaba durmiendo, no pude evitar ir al baƱo de la recamara y revisar el estante de la basura, allĆ­ deberĆ­a de haber una prueba… ¿Aunque para quĆ© me servirĆ­a si no iba a ser capaz de nada? En un testereo se me volteó el vaso con el liquido, al inodoro, y es que estaba tan nervioso que ya no sabĆ­a quĆ© mas hacer. CorrĆ­ otra vez a la recamara y me acostĆ© dejando el vaso allĆ­, vacĆ­o.

—¿Ya te lo Bebiste amor? —me preguntó mi mujer con sorpresa, y luego me besó diciendo que me amaba, ya que Ćŗltimamente yo llegaba bastante cansado como para poder hacer el amor con ella…

Y ahora entendĆ­a porque a ella, ya no le importaba que le metiera mis 16 cm de pene.

No podĆ­a dormir, y para acabarla no me habĆ­a bebido el dichoso licuado para el sueƱo…. Maldición.

Sin embargo algo extraƱo me despertó de entre mi sueƱo…

Sandra se habĆ­a levantado de mi cama y se habĆ­a dirigido al baƱo… decidĆ­ no moverme, asĆ­ duró ella como diez minutos allĆ­ dentro, y yo fingĆ­ que dormĆ­a, hasta que por fin salió, y entre la oscuridad se acercó a mĆ­ (olĆ­a precioso) y me movió… yo no respondĆ­.

Entonces ella salió de mi recamara y yo me decidĆ­ a salir detrĆ”s de ella…

¡TraĆ­a puesto un sexy babydoll color rojo! Lo distinguĆ­ entre la oscuridad y la escasa luz que se proyectaba en la cocina, me escondĆ­ arriba de la escalera, donde permanecĆ­a oscuro, ella jamĆ”s me lograrĆ­a ver, aunque yo a ella sĆ­…

Los tacones altos rojos tambiĆ©n me hicieron ver a una completa prostituta… sexy… hermosa….

Entonces ella fue corriendo hasta la puerta de mi casa y …

¡Ohhh! IvĆ”n llegó…

En cuanto Ć©ste entró y cerró la puerta, ella se abalanzó a Ć©l y comenzaron a besarse mientras Ć©l le sobaba las nalgas, gimiendo y agasajĆ”ndose… como dos locos enamorados.

—¡Rico culo, mami! —dijo Ć©l.

—¿Te gusta papi? ‘¡es tuyo…! Cómelo.

Siguieron besĆ”ndose en el vestĆ­bulo mientras ella gemĆ­a…

—¡Estas buenĆ­sima! Aaaaah… ¿Y quĆ©? ¿No te dijo nada Roberto porque me encontró en tu casa luego de haberte cogido?

Ella rió.

—¡No! Y ni se imagina que su mejor amigo me coge todas las noches mientras Ć©l duerme, y en el dĆ­a, mientras Ć©l trabaja… ¡Y tĆŗ y yo nos divertimos juntos mi amor! ¡Te amo…!

—Siii, yo tambiĆ©n chiquita… ¡¿AsĆ­ que siguen funcionando las pastillas disolventes que siempre le damos para que duerma?!

Ambos se carcajearon.

Me sentĆ­ el mĆ”s imbĆ©cil del mundo… ¿ellos me dormĆ­an? ¿el licuado que Sandra me daba? ¿pero cómo era posible tanto descaro?

—Pues, ven , vamos a ver, no vaya hacer que se despierte—le sugirió ella.

En ese instante me metĆ­ corriendo y fingĆ­ que dormĆ­a.

EscuchƩ que llegaban a la recamara mientras se acariciaban y se decƭan porquerƭa y media.

Escuchaba lengüetazos, mÔs gemidos, hasta que Sandra le susurró.

—Espera, mi amor, deja ver que Roberto duerma…

Pero al parecer a IvÔn poco le importaba la sugerencia de Sandra, porque siguieron los gemidos, y yo por un momento tuve ganas de abrir los ojos, aunque finalmente me contuve, de pronto ella se acercaba a mí., me habló y me sacudió, pero yo seguí intacto.

IvÔn se carcajeó.

—¡Pobre pendejo! —dijo Ć©l.

—A veces me da lastima—dijo Sandra, casi al mismo tiempo que pestaƱeando, vi que ambos se besaban otra vez…

—¿Lastima? —dijo IvĆ”n acariciĆ”ndole las nalgas mientras se las apachurraba y bramaba—¿Por esa cosa que estĆ” en tu cama? Jajajaja. A poco no te da morbo ser mi amante… que tĆŗ le seas infiel a este puto cornudo…

Ya sabes, Ć©l nos mantiene a los dos, simplificando todo, por eso no te has divorciado de Ć©l y te has venido conmigo, vamos chiquita, no seas miedosa… asĆ­ disfrutamos siempre tĆŗ y yo…

—¿Y si alguna vez se entera? —dijo Sandra mientras IvĆ”n le metĆ­a el dedo por la vagina y ella emitĆ­a un gritillo.

La pequeƱa lamparita de noche me permitƭa observar con un poco de claridad. Ambos se acariciaban a un costado de mi cama.

—¡No se va a enterar! Es un buey cornudo, chiquita… y si asĆ­ fuera, pues no te preocupes, tu querido marido siempre me ha tenido miedo, Ć©l ya sabe que a todas sus novias las he cogido, y eso siempre me hizo sentir mĆ”s hombre… me encantaba humillarlo, y si Ć©l supiera lo cornudo que es, no me quedarĆ­a mĆ”s remedio que romperle la cara a golpes, hasta que acepte ser un pobre sumiso que acate nuestras ordenes… Ć©l pagarnos por cogernos tĆŗ y yo…

—¡Por eso me encantas, mi amor… ¡Me fascinas y me excitas cuando hablas asĆ­!

Algo raro sentĆ­a en mi pecho,,, no estaba molesto ni asustado, sino.,… excitado… ¿Por quĆ©?

Mientras se acariciaban Ʃl decƭa.

—¿Y sabes quĆ©? Soy capaz de ahorita despertarlo y decirle todo… serĆ­a mejor que fuera nuestro esclavo y nos tenga a los dos como reyes…

—¿Y que le dirĆ­as eh, traviesito?

—Pues empezarĆ­a por contarle que antes de tu boda con Ć©l, yo te abrĆ­ el hoyo primero, y que somos amantes desde que ambos eran novios… y que… mmm, todas nuestras cochinaditas que hemos hecho a su espalda, las veces que lo hemos emborrachado para coger en paz, las veces que yo he estado aquĆ­, y mientras Ć©l se baƱa tu y yo nos divertimos juntos…. o cuando lo tirĆ© “accidentalmente “de la moto—rompió en carcajadas—, ¿te acuerdas? Tu marido se torció la pierna, y mientras Ć©l gritaba de dolor en el hospital, tĆŗ gritabas como perra en celo de placer en esta cama mientras yo te metĆ­a mi pito, ¿verdad mami…?

—¡Eres perverso…!—lo apremió ella mientras le sacaba la camisa y le chupaba el cuello y el abdomen…

—¡¿Dices que desde entonces le cuesta trabajo que se le pare su miseria de verga? ! —preguntó Ć©l.

—SĆ­— dijo ella gimiendo. IvĆ”n seguĆ­a jugando con su dedo dentro de la vagina de Sandra—, yo lo notĆ©… ya no son iguales sus erecciones… ¿estarĆ”s contento no, diablillo?

Ɖl se volvió a carcajear.

—Jajajaja. Me alegro, asĆ­ ya tienes una excusa mĆ”s para ponerle los cuernos… aunque de todos modos con esa pequeƱa cosa ¿quĆ© placer puede darte? ¿a que nunca sentiste con Ć©l lo mismo que conmigo? ¡Mi pito si te clava mi amor…! Y la de tu puto cornudo no sirve para nada, es un pinche perro…

Riendo burlƔndose de mƭ, y luego le dijo:

—O como hoy por ejemplo… ¿Le gustó la sopa de arroz? —rompió en carcajadas IvĆ”n una vez mĆ”s— jajajaja ¿SabrĆ” que en todas las comidas que tĆŗ haces Ć©l traga de mis mecos y mis orines?

Jajajajaja.

Se desnudaron mientras mi pene casi reventaba de lo excitado que estaba…

—Mientras tanto cojamos rico… aquĆ­, junto a Ć©l, en la camita…

Cerraron la puerta y se lazaron contra la cama y cogieron como salvajes… y en cada envestida Ć©l gritaba…

—¡Puto, cornudo…! ¡Mira como me la hecho en tus narices perro de mierda!

Y ella…

—¡MĆ©temela! ¡Mas, mĆ”s cabronzote! MĆ©teme esa verga grande y jugosa… y Ć©chame tus mecos en mi concha… quiero un hijo tuyo, y que mi perro esposo lo mantenga como si fuera de Ć©l…

Gritos, gemidos, de vez en cuando sentĆ­a que IvĆ”n me golpeaba la cara con su verga mientras Sandra reĆ­a, luego sentĆ­ cómo me pusieron boca abajo e IvĆ”n colocaba a Sandra encima de mi espalda cogiendo como perros en celo arriba de mĆ­…

—¡QuĆ© pastillas tan mĆ”s efectivas! —gritó IvĆ”n entre sus embestidas—, ni modo… eres cornudo por buey…

Y se burlaron de mĆ­…

Cogieron por mucho rato, al parecer se baƱaron juntos y continuaron manteniendo relaciones sexuales allĆ­ en la tina del baƱo… se escuchaban sus jueguitos, gritos, chupeteos, palabras como “Cógeme” “Papi” “MĆ”ssss” “toma perrita” “ChĆŗpamela…” “Ahhh”

Esa noche fue la mĆ”s larga de mi vida, y a pesar de todo, la mĆ”s excitante…

No fue la Ćŗltima…